Te echo de menos
Si supieras cuánto, probablemente no podrías dormir.
Te preguntarías cómo habría sido todo si no me hubieras mandado a la mierda (después de que lo hiciera yo).
Si no hubieras cerrado a cal y canto todas las puertas que nos llevaban al futuro, en alguna remota parte o en cualquiera de nuestras fotos de un inhóspito tablero de Pinterest.
Pero no.
Es increíble cómo un mal día puede marcar el resto de tu vida. Un mal día, una mala decisión y un puñal de mil puntas en el centro de un corazón que languidece sin aire y regala su último aliento a la esperanza más absurda. Una mirada fría.
Es increíble cómo un mal día pudo marcar el resto de mí. A fuego, por debajo de la piel. Por debajo de la carne y del subconsciente. En cada milímetro del diámetro de mis huesos más pequeños. Y en las láminas más finas del final de mi jodida y triste y perdida alma.
A veces un detalle insignificante puede tener consecuencias catastróficas. A veces ni siquiera es culpa tuya. No tenemos mucho tiempo en este mundo como para perderlo buscando tu alma en otra persona. Tú ya eres. Todo lo demás…es un plus.
Cuánto echaba de menos de que volvieses a aparecer por aquí. Y lo hiciste.