Gente de verdad

La misma barra, las mismas personas. Distintas vidas.

—Echaba de menos esto.

—¿El qué?

—Estar con gente de verdad.

Estábamos tan cerca del mar que podíamos besarnos el cuello antes de brindar de nuevo con tequila. Pero aquello estaba lleno de gente, nos conocían y mi barba te ponía la piel de gallina. No era buena idea, igual que tampoco lo era seguir pidiendo tequila a cuenta perdida. ¿Te dije alguna vez que esta bebida me mataba? Aunque a lo mejor esa noche era diferente. Los años y las copas me habían hecho más fuerte, y también más sincero, que es otra forma de morir.

Tuviste tus dudas, al principio, cuando creías que yo había cambiado. Unos tragos más tarde y unas cuantas palabras después me dieron la razón. Yo seguía siendo el mismo. Y tú seguías abriendo los ojos y dejando entrar a todo aquél que viera más allá de su nariz. A la gente de verdad, supongo. Y seguías queriendo saber qué pensaba de ti. Vale, reconozco que había cambiado un poco. Pero sólo un poco. Necesitaba bastantes copas de más para poder decirte la verdad. Y cuando digo bastantes, quiero decir que no llegué a alcanzarlas. Pero, maldita sea, tenías algo que me hizo cantar aun sin saber el porqué.

Y canté, vaya que si lo hice. Tanto que se nos hizo de día y tuvimos que volver al lugar donde había aparcado sin saber si encontraríamos el coche.

—¿Tienes algo que hacer?

—No tengo prisa.

Qué curioso, pensé. Para la gente de verdad siempre hay prisa. Quizá los meses no nos hayan cambiado tanto. Quizá siempre tuviste prisa y yo me lo creí todo.

Qué mas da. Ya no nos quedaba tequila. ¿Te importa si te beso el cuello?

Un comentario en “Gente de verdad

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s